jueves, 9 de julio de 2009

PRACTICA 4

Trabajo individual en el cuaderno.

1. Analiza los siguientes fragmentos de obras y determina a cual de los movimientos: Romanticismo, Realismo, Naturalismo, Simbolismo o Vanguardias corresponde y justifica tu respuesta.

a. "Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Más al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara...hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos. Sin duda, debí ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba...¿y qué podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso...,un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón".


b. "Un torrrente de lágrimas, que brotó de los ojos de Carlota, desahogando su oprimido corazón, interrumpió la lectura de Werther. Este arrojó a un lado el manuscrito y, apoderándose de una de las manos de la joven, vertió también amargo llanto. Carlota, apoyando la cabeza en la otra mano, se cubrió el rostro con su pañuelo. Víctimas él y ella de una terrible agitación, veían su propio infortunio en la suerte de los héroes de Ossian, y juntos lo lloraban. Sus lágrimas se confundieron. Los ardientes labios de Werther tocaron el brazo de Carlota; ella se estremeció y quiso alejarse; pero el dolor y la compasión la tenían clavada en su asiento como si una masa de plomo pesase sobre su cabeza. Ahogándose y queriendo dominarse suplicó, sollozando, a Werther que prosiguiese la lectura; su voz rogaba con un acento celestial."



c. LA MUSA ENFERMA


Mi Pobre musa, !ay! ¿qué tienes este día?

Pueblan tus vacuos ojos las visiones nocturnas

Y alternándose veo reflejarse en tu tez

La locura y el pánico, fríos y taciturnos.

¿El súcubo verdoso y el rosado diablillo

El miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?

¿Con su puño te hundieron las foscas pesadillas

En el fondo de algún fabuloso Minturno?

Quisiera que, exhalando un saludable olor,

Tu seno de ideas fuertes se viese frecuentado

Y tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,

Como los sones múltiples de las sílabas viejas

Donde, reinan

Por turno Febo, padre del canto,

Y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.



d. RUEGO A NZAME



Dame una palabra antigua para ir a Angbala,

con mi atado de ideas sobre la cabeza.

Quiero echarlas a ahogar al agua.

Una palabra que me sirva para volverme negro,

quedarme el día entero debajo de una palma.

Y olvidarme de todo a la orilla del agua.

Dame una palabra antigua para volver a Angbala,

la más vieja de todas, la palabra más sabia.

Una que sea tan honda, como el pez en el agua.

¡Quiero volver a Angbala!



e. "Con desfallecido corazón y temblor nervioso llegó a un edificio enorme, uno de cuyos muros corría paralelo al canal y otro a la calle Sadovaya. El edificio estaba repartido en varias viviendas pequeñas, ocupadas por trabajadores de toda laya: sastres, cerrajeros, cocineros, artesanos alemanes, rameras que vivían de su oficio, empleados del estado de baja categoría, etc. La gente entraba y salía presurosa por los dos portales y atravesaba ambos patios del edificio. Esta tenía tres o cuatro porteros. El joven tuvo la buena suerte de no topar con ninguno de ellos cuando se deslizó inadvertido desde el portal hasta una escalera que había a la derecha. La escalera era lóbrega y angosta, de esas que llaman "negras", pero él lo sabía y era un detalle que le agradaba. En oscuridad semejante hasta una mirada curiosa resultaba inofensiva.

- Si tanto miedo tengo ahora, ¿cuánto no tendría si decidiera llevar a cabo la cosa misma?... -iba pensando sin proponérselo al llegar al cuarto piso."



f. La extraña diversión


"La civilización latina ha cumplido su tiempo y, por mi parte, pido que se renuncie en bloque a salvarla. Aparece en este momento como el último baluarte de la mala fe, de la vejez y de la cobardía. La componenda, el engaño, las promesas de tranquilidad, los espejos vacantes, el egoísmo, las dictaduras militares, la reaparición de los Increíbles, la defensa de las congregaciones, la jornada de ocho horas, los entierros peores que en tiempo de peste, el deporte: sólo nos falta, creo, correr el telón. Si parezco algo preocupado en cuanto a mi propia determinación, no es para soportar con fatalismo las burdas consecuencias del azar que me hizo nacer aquí o allá. Otros pueden apegarse a su familia, a su país y a la misma tierra, por mi parte ignoro este tipo de emulación. Sólo quise en mí ser lo muy contrastante con el fuera litigioso que me parecía existir en él, y por eso nunca me inquieté acerca de mi equilibrio interior. Por eso también consiento en interesarme todavía en la vida pública y en sacrificarle, al escribir, parte de la mía. Para hablar como todo el mundo, lo declaraba entonces (y provisionalmente les ruego admitir que existe un aquí y un otra parte ; de eso dependen todos los artificios de la seducción, toda la aurora en marcha): nosotros, los occidentales, ya no nos pertenecemos y en vano intentamos conjurarte, adorable flagelo, muy incierta liberación. En nuestras ciudades, las avenidas paralelas, orientadas de norte a sur, convergen todas en un terreno baldío, hecho de nuestras miradas de detectives desilusionados.